domingo, 26 de octubre de 2008

Javier Ágreda sobre EL CIELO DE CAPRI

Un interesante libro de cuentos –París personal (2002)- le bastó a Marco García Falcón para ser considerado uno de los más prometedores narradores peruanos de su promoción. Cinco años después nos entrega El cielo de Capri, su primera novela, un relato de estirpe clásica, que muestra a un autor más asentado en ese universo ficcional que se anunciaba en los cuentos iniciales: el de los escritores solitarios y reflexivos que solo pueden ver la vida a través del filtro de la literatura.
El protagonista de El cielo de Capri es un anciano escritor limeño que rememora un viaje que hizo con su esposa Sofía (por sus 35 años de matrimonio) por diversas ciudades de Europa. Él ya conocía ese continente y recordaba la belleza de algunos lugares como la isla de Capri y su famosa Gruta Azul. En paralelo, el protagonista nos cuenta la historia de su relación con Sofía, desde que se conocieron cuando era profesor universitario y ella una de sus alumnas. Los extraños sucesos que se producen durante el viaje de la pareja (y su trágico final) hacen dudar de la veracidad de lo narrado hasta entonces.
A estas historias se suman muchas otras secundarias, pero la complejidad de la trama se compensa con una prosa clara, sobria y bien trabajada –marca característica del autor– "con metáforas sugerentes y adjetivos precisos", según ha declarado en una entrevista. Esa búsqueda de la precisión y capacidad de sugerencia prima en todos los elementos de la narración, desde las descripciones y diálogos (reducidos casi a su mínima expresión) hasta los elementos simbólicos y la forma de abordar los temas: los desencuentros entre la literatura y la vida, la razón y el deseo, el pasado real y los recuerdos personales. El único reparo que le hacemos al texto es que esa búsqueda de la sugerencia y de lo estético llega algunas veces demasiado cerca del kitsch, como en el caso de esos remeros que no dejan de "cantar un solo instante la misma melancólica aria italiana".
Como afirmamos, estamos ante un relato de estirpe clásica: una historia aparentemente sencilla (no lo es tanto, hay hasta tres "tiempos" superpuestos), contada por un único narrador, empleando el lenguaje libresco tradicional (ese que Ribeyro llamaba cataverusa) y sin complicaciones gramaticales ni amaneramientos verbales. Con estas opciones, García Falcón inscribe su libro dentro de la gran tradición de novelas breves o cuentos largos a la que pertenecen Silvio en el Rosedal de Julio Ramón Ribeyro o Muerte en Venecia de Thomas Mann, obras con las que tiene no pocos puntos de contacto. El cielo de Capri es una buena novela, que se lee con facilidad e interés, y que además acepta diversas interpretaciones.
Publicado en La República

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