En los últimos años, una camada de jóvenes escritores –que no representa necesariamente una “generación”– ha aparecido con relativa notoriedad en el ambiente literario local. Y con el objetivo de reunir relatos o fragmentos de novelas de estos narradores bajo un mismo corpus, se ha publicado la antología Disidentes. Muestra de la nueva narrativa peruana, con textos de veinte autores compilados por Gabriel Ruiz-Ortega.
En cuanto a los nombres que aparecen en el libro, la selección es irreprochable. No hay, al parecer, alguna exclusión arbitraria. Están los que deben estar. Sin embargo, el argumento bajo el cual se pretende unificar a todos bajo el rótulo de “disidentes” sí es discutible. ¿Disidentes de qué? La explicación del prólogo al respecto no es convincente.
Por ahora no me detendré en ello, vayamos a los textos. Y ya que es imposible abordarlos todos por razones de espacio, comentaré algunos. Los que por el solo nombre de su autor son insoslayables y, por otro lado, los que por su calidad, resultan descollantes.
Al primer grupo pertenecen Santiago Roncagliolo y Daniel Alarcón, acaso los únicos escritores del conjunto que ya gozan de cierto renombre internacional. Lamentablemente, y tal vez por esa misma razón, los cuentos inéditos que han cedido están por debajo –a sabiendas de su talento– de lo esperado. Roncagliolo publica “Hospital”, una historia poco intensa y de lectura ligera. Alarcón hace lo propio con “El Presidente Lincoln ha muerto”, relato en el que dialoga una pareja recién desempleada y que entre centellas de recuerdos pretéritos, buenos o malos, evita enfrentar un incierto porvenir. Interesante, pero que respecto a la obra particular de Alarcón, no aporta mucho.
Del otro lado están los cuentos de Alexis Iparraguirre, Carlos Yushimito y Edwin Chávez. Desde mi perspectiva, los más logrados de Disidentes. “El inventario de las naves”, de Iparraguirre, con una trama afín al policial en el que se entrecruzan la incertidumbre por las acciones venideras de un asesino en serie y la erudición libresca de quien desentraña el misterio y descubre al psicópata. “Seltz”, donde un personaje subalterno se impone al de mayor jerarquía, cuento en el que Yushimito despliega sobremanera su talento en el impecable manejo del lenguaje. Y “Los escribas de AE”, de Chávez, con una narración precisa y envolvente, dotada de imágenes casi cinematográficas, de una atmósfera compleja y del factor, siempre desequilibrante, de lo impredecible.
Finalmente, sobresalen también las páginas aparecidas bajo la autoría de Ezio Neyra (“La construcción”, fragmento de novela), Leonardo Aguirre (“Sublime Sorrento”) y Luis Hernán Castañeda (“Poeta Cedrus”, fragmento de novela).Por todo ello, Disidentes representa –más que el encasillamiento de los noveles escritores bajo un precepto unificador– la oportunidad de leer en un solo libro, a los numerosos y disímiles autores que allí aparecen, cada uno en busca de un estilo propio y de la originalidad que, por supuesto, no implica un rompimiento brusco con alguna tradición literaria.
Disidentes
Revuelta Editores2007
325 pp.
Publicado en La Primera
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