jueves, 26 de febrero de 2009

Ricardo González Vigil sobre LA LÍNEA EN MEDIO DEL CIELO

Contra el gran narrador

Por Ricardo González Vigil

Con una prosa esmerada y sugerente, y con un diestro manejo del “montaje” en una trama de “Senderos que se bifurcan”, Francisco Ángeles (Lima, 1977) nos entrega un primer libro digno de relieve: “La línea en medio del cielo”.

Resulta notable el diálogo creador con Julio Cortázar. No solo el simbolismo del “cielo” (la rayuela) y la búsqueda múltiple del “centro” en un mundo-mandala; no solo la atención prestada a la realidad sociopolítica (cuestión desatendida por otros maestros de Cortázar y Ángeles: Henry James, Kafka y Borges), aunque en un país sin nombre preciso, pero con rasgos alusivos al Perú (y, en general, Hispanoamérica). De modo más específico, percibimos el diálogo con uno de los mejores cuentos de Cortázar: “Las babas del diablo” (recreado en el cine por Antonioni en “Blow Up”). Este cuento comienza planteando que no sabe cómo narrar lo que ocurrió, tornando mutante la voz narrativa y totalmente abiertas las posibilidades de lo que pasó: ¿asesinato?, ¿secuestro?, ¿depravación sexual?, ¿pura alucinación? Juegan un rol capital las fotografías que, al ser ampliadas, sacan a flote la “línea siempre oculta” (estamos empleando las palabras que dan título a la segunda parte de la novela de Ángeles) del mundo en que vivimos; fotografías tomadas antes de un asesinato.

Aclaremos que Ángeles no copia a Cortázar, ni el estilo ni los personajes. Ha hecho suya una óptica que se nutre de ricas tradiciones culturales: Poe y los norteamericanos “oscuros” (Hawthorne, Melville, Henry James), los simbolistas, los surrealistas, los expresionistas, Kafka, Borges, etc. Y Ángeles, distante de Borges, no encuentra iluminaciones (al modo del Aleph) que den “sentido” a la existencia; de manera más expresionista que Cortázar plantea una línea que ha partido en dos el cielo, sintiendo “la inmensidad de lo que se desploma y está a punto de aplastarme” (p. 58), convirtiéndose en “algo que ninguna palabra podrá jamás captar (...) y entonces el grito, el grito alto y sonoro sobre el cielo, sobre el cielo por la mitad” (p. 68). Alarido de Munch ante la ausencia de “centro” (logos, sentido).

Además en Ángeles escribir la novela implica una “resistencia”: “El Estado es un productor de historias, simplifica y deforma la realidad, lo que la población no puede ver en los noticieros y en los periódicos. Cada uno vive su propia realidad de espaldas a la gran historia que en secreto se va tramando en la Casa de Gobierno (...) Lo que deberíamos hacer es quitarle ese poder de gran narrador” (p. 75).

ARGUMENTO

Comienza con el final de la historia: el aparente suicidio colectivo de ocho personas. Se suceden luego personajes y situaciones entretejidas mezclando tiempos y sin límites definidos los hechos y su reelaboración ficticia en la novela que estamos leyendo. La narra un viejo que bien puede ser el hombre de la funeraria que vio morir a su amada en el momento en que caminaba en la iglesia para casarse con él, pero también el joven Ignat que entabla lazos con Virginia, unos muchachos que planean actos subversivos y una secta que se interesa por su colección de personas fotografiadas antes de ser asesinadas o inmoladas.

Publicado en El Comercio

Gabriel Ruiz Ortega sobre LA LÍNEA EN MEDIO DEL CIELO

Estamos en años prolíficos y fructíferos para la nueva narrativa peruana. Los narradores que vienen apareciendo en este nuevo siglo están demostrando no solo talento, sino también formación, y lo más importante: una convicción férrea con sus proyectos literarios.

Entre los narradores más interesantes, consigno a Marco García Falcón, Carlos Yushimito, Claudia Ulloa Donoso, Katya Adaui, Pedro Llosa, Leonardo Aguirre, Luis Hernán Castañeda y Jeremías Gamboa. Obviamente que esta es una lista mezquina, faltan varios; sin embargo, recomiendo que las miradas empiecen a centrarse en ellos, como una prueba tajante de que el buen momento internacional de la narrativa peruana no es bajo ningún punto de vista un hecho aislado.

A los mencionados se suma el escritor más original de su generación, Francisco Ángeles (Lima, 1977). A fines del año pasado, Ángeles sorprendió con la novela breve LA LÍNEA EN MEDIO DEL CIELO (Revuelta Editores). Novela compleja, pese a su brevedad; novela que exige la complicidad del lector; novela que seduce y trastorna.

Muchas veces la originalidad se ha visto como una suerte de salvavidas, se hace uso de un argumento no convencional, se lleva al límite la elasticidad de la palabra, se juega con las estructuras y zas, ya tienes tu libro original. Es por eso que la crítica trata con guante blanco a libros así, las reseñas “perdonavidas” cunden, no solo en Perú, sino en Latinoamérica, hasta en España.

Ahora, ¿qué tiene que ver el párrafo anterior con LLEMDC? Pues mucho, porque la novela de Ángeles es una verdadera e irrefutable lección de originalidad que no descansa en el capricho experimental. El autor nos ha entregado un libro que es tan realista como onírico, tan clásico como de vanguardia. ¿Cómo uno percibe esto? Pues a través de su estructura y del uso funcional del lenguaje en pos de la recreación de una atmósfera tétrica que es, a mi entender, la gran protagonista de la novela.

Tenemos a Ignat, un muchacho despreocupado, dispuesto a dejarse llevar; conoce a Virginia, quien le presenta a sus compañeros de trabajo, cuyas conductas extrañas dan a entender que están inmersos en una conspiración de tintes políticos. El contexto es opresivo, es fácil ubicarnos en un escenario manipulado por un gobierno dictatorial. Sin embargo, lo que parece ser una novela policial trueca en un juego de situaciones por las que nos topamos con un macabro asesinato colectivo cometido en un hotel, con un médico que relata historias de desaparecidos, con un viejo que trabaja en una funeraria y con un amante despechado.

Hasta aquí, un argumento lineal. Pero no. No es así. Es mi propia idea de la estructura de la novela, y he allí uno de los méritos de la misma: su estructura es circular y a la vez lineal; circular porque los personajes parecen estar alternando roles, Ignat puede ser el médico, como también el amante despechado, etc. Sin embargo, la atmósfera no pierde su sentido, sigue avanzando, no decae, porque lo quiere el autor es mostrarnos la lógica onírica del mundo interior de sus personajes.

Líneas arriba mencione el posible influjo del policial. Por sus características, la novela se inscribe en el policial enigma, en donde los hechos a seguir son suplantados por la deducción y el instinto, pero esta sobrepasa los parámetros de dicho género puesto que no se busca descifrar un misterio, sino el hacernos partícipes del regodeo testimonial sobre las falsas autodestrucciones, como una pesadilla de la que se quiere despertar, sabiendo sin saber que será peor la paz del ordinario mundo real.

Sorprende, sí, que una novela de este corte sea la carta de presentación de un escritor debutante. Ángeles nos demuestra que la originalidad sin riesgo es absolutamente nada, que la tensión narrativa no depende de la piromanía verbal. LA LÍNEA EN MEDIO DEL CIELO es de esos libros llamados a generar opiniones encontradas, pero nunca indiferencia, y eso no es poca cosa, es una gran cualidad que contadas veces se ve. Francisco Ángeles es un autor a quien deberemos seguir con lupa desde ahora.

Editorial: Revuelta Editores.
Publicado en Siglo XXI

jueves, 12 de febrero de 2009

En Critilibro sobre TEOREMA DEL NAVEGANTE

Falsa Elegía

Has amado a la bestia equivocada
al monigote de endebles sentimientos,
al débil de carácter,
al que espanta las moscas
para que tú engullas los frutos de la tierra.
Has amado a la agria media naranja.
A la mitad que no encaja en su gemela.
al músico de silencios,
al pintor sin colores,
a alguien que limpia los vidrios rotos
para que tu imagen no se duplique en los espejos.
Has amado al amante sin altura,
al vagabundo preso en una jaula,
al pájaro que vuela a ras del suelo,
al guardián de la melancolía,
al cerrajero que abra puertas
para que el viento no te atrape en sus entrañas.
Has amado a un desconocido,
a una identidad ausente,
a un presente griego,
a un tímido in fraganti,
a un ermitaño que cultiva la pena
para que tú seas feliz.
Teorema del Navegante
Luis Eduardo García


"Teorema del Navegante", es un poemario que narra la vida de Luis Eduardo García, es una especie de diario, los poemas están centrados en muchas de sus vivencias, sus alegrías, las cosas "triviales" de la existencia de una persona. Habla de sus autores favoritos, de sus viajes, de sus entrevistas con los grandes de la literatura.

El poema del inicio es un ejemplo de que los versos contenidos en el poemario salen de común, no trata de embellecer nada, si no, de mostrar las realidad tal cual es.

Tengo el gusto de conocer a Luis Eduardo y puedo decir que este libro es él mismo. Cuando se realizó el lanzamiento del mismo y recitó "Falsa Elegía" muchos nos quedamos prendidos del poema, es real ¿cuántos no se han comportado de esa forma ante la llegada del amor? Cada poema es una especie de respuesta a alguna pregunta que le alguien le haya hecho.

Es un poemario que plasma lo bueno y malo de la realidad, con humor y sentimiento, nos hace amar la magia de la poesía.
Publicado en Critilibro

Entrevista en La Primera a Luis Eduardo García sobre TEOREMA DEL NAVEGANTE

‘Ser poeta es asumir compromiso social’

Luis Eduardo García, navegante de la palabra.

DETALLE

Teorema del navegante, libro de poesía de Luis Eduardo García, es sin duda uno de los más importantes en lo que va del siglo, el dominio del oficio lo ha convertido en una de las voces más altas del ejercicio poético.

Luis Eduardo García en 1985 ganó el VI Concurso el Poeta Joven del Perú. El año pasado fue finalista de Premio Copé de Poesía. Teorema del Navegante, es su último libro de poesía.

- ¿Por qué has tardado en publicar este libro?
- Bueno, significa una responsabilidad conmigo mismo y también con los lectores, ¿no? Publico este libro después de seis años porque los poetas tienen que aprender a ser autocríticos y ver la poesía con la distancia necesaria. He comprendido también que los silencios demasiado largos no son muy saludables. Entonces, hay una responsabilidad que hay que asumir, ese es el desafío y riesgo.

- ¿Qué significa ser poeta en el Perú?
- Significa tener un compromiso social y ser responsable también con la palabra, ¿no? El poeta debe asumir con mucha seriedad, primero la expresión de un destino humano. Luego, tiene que responder a un oficio que necesita formación, sacrificio, información y seriedad.

- ¿Se ha renovado la crítica en el Perú?
- Tengo la impresión que no, que sirve a un grupo determinado de personas y no recoge de la manera clara y abierta, lo que sucede en el Perú. A veces se comenta de modo excesivo todo lo que hace un pequeño grupo. En realidad, la literatura, el arte en general es un fenómeno social, no son hechos amicales, menos acciones de grupos sociales excluyentes.

- ¿Qué hacer frente a ese hecho?
- La creación en el Perú debe ir paralela con un periodismo cultural muy crítico. Hay que buscar nuevos mecanismos, nuevos medios de expresión, vías alternativas. Hay que sacarle la vuelta a una cultura oficial, sobre todo a las pequeñas argollas.

- ¿Cómo es que escribes un poema?
- A veces todo surge a partir de imágenes, de un recuerdo, a veces trato de forzar el propio lenguaje porque la poesía es la suma de todas las cosas. A veces el desencadenante puede ser un sonido, una palabra o simplemente una imagen. En realidad este libro está escrito después de haber leído al poeta argentino Roberto Juarroz.

- ¿Cómo te ubicas en la literatura peruana?
- Sería demasiado pretencioso hacerme una crítica a mí mismo. Pertenezco a una vertiente periférica de literatura peruana, lo que he escrito no ha sido analizado. Vengo de Trujillo, de una provincia, no pertenezco a ninguna argolla. Sin embargo, la literatura en todo su contexto es un fenómeno social.

Publicado en La Primera

Armando Chang sobre EL CIELO DE CAPRI

Me enfrenté a la novela de Marco García Falcón con un aliciente y un prejuicio. El primero era el relato de cuentos ‘Paris Personal’, la opera prima del narrador. El segundo fue una queja prematura: ¡Otra novela sobre escritores! Estoy feliz por no haber hecho caso a mis signos de exclamación, ya que considero ‘El Cielo de Capri’ (Revuelta, 2007) la novela del año. Explico por qué.
García Falcón ha encontrado un tono (léase estilo, estética) personal, lo que es un mérito. Lo es porque sólo a través de esta consecución es posible recrear un mundo interior, el imaginado por el escriba, que ostente la fuerza vital de la creación original, y no sucumba ni ante el frío esquematismo de la técnica, ni ante los lugares comunes propios de una imaginación que, por no contar con los recursos expresivos necesarios para plasmarse, termina apareciendo al lector como desangelada o desabrida.
‘El Cielo de Capri’ es el relato de una epifanía. La reflexión literaria y el amor sirven de contrapunto para desarrollar una historia constantemente asediada por la grisura de una clase media periférica, cuya única redención posible pasa por los destellos de un cielo literario que, si se quiere, funciona como una puerta abierta a todas las emociones, sensaciones y experiencias que impide la mediocridad limeña.
Esta nouvelle posee muchas virtudes: técnica narrativa, brevedad, personajes bien perfilados y un trabajo del lenguaje sumamente cuidado, que es en realidad la plataforma que permite al resto de elementos convergir. Esta escritura funciona muy bien en formatos cortos. No sé si García Falcón decida escribir alguna vez una novela, pues sería un verdadero reto mantener un estilo tan prolijo en una extensión mayor sin perder fluidez.
Un defecto: lo menos logrado me pareció un personaje secundario, el padre militar de la novia. Su participación se me hizo fallida porque me pareció que el relato lo necesitaba para avanzar, como que era necesario un escollo para que la trama progrese. En su descargo diré que carezco de distancia crítica para emitir un veredicto objetivo porque toda figura castrense me queda siempre cerca a la caricatura (¿ese no sería un estupendo desafío para un escritor pretencioso, hacer literatura sobre un militar humanista?). En todo caso, es un reparo tangencial, de segundo orden, que en absoluto impide la lectura de esta estupenda nouvelle.
La cita:
“Compruebo que la memoria del pensamiento empalidece ante aquella otra que, por estar inoculada en nuestra propia sangre, circulando silenciosamente por nuestras venas, la sostiene y trasciende: la memoria de las emociones puras”

Si te gustó ‘El Cielo de Capri’ podrías leer:‘Nuevos Poemas Italianos’ de Renato Cisneros (AUB).
Publicado en Esta Luz

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