¿Recuerdan la película El laberinto del fauno (España-México, 2006)? El contexto histórico nos remite a algún pueblo español en 1944: a sólo cinco años de finalizada La Guerra Civil…
En aquella historia, Carmen (Ariadna Gil) viaja a ese lugar para encontrarse con su nuevo esposo, Vidal (Sergi López), un oficial sanguinario y franquista y destacado allí para acabar con los últimos remanentes republicanos aún existentes en los montes de esa región. A Carmen la acompaña su hija, Ofelia (Ivana Baquero), una niña con gran imaginación y sensibilidad.
II
Al ser todavía muy joven, Ofelia si no comprende sí siente con mucha nitidez toda la crueldad en ese nuevo ambiente. A ella esa crueldad le resultaría intolerable, de procesarla en toda su crudeza, pero debe procesarla de alguna forma…
Por tanto, desde mi particular interpretación, a lo largo de toda la cinta, se nos muestra un universo fabuloso por el cual nuestra pequeña protagonista se las ingenia: para decodificar una realidad eventualmente ya insoportable en toda su desnudez; para representarla mediante personajes fantásticos o hasta monstruosos pero al menos mucho más digeribles y manejables por un niño…
Pero ojo: Ofelia no es una alienada; sólo potencia al máximo recursos utilizados por cualquier menor para protegerse de un mundo hostil que desequilibraría emocionalmente a cualquiera no preparado.
III
En la novela La línea en medio del cielo, existe un protagonista llamado Ignat, quien me recuerda mucho a Ofelia…
Ignat vive en una ciudad no identificada y casi atemporal, aunque no carente de conflictos fácilmente asociados con los de una ciudad como Lima; conflictos percibidos como ecos lejanos dentro del mundo interior de aquel muchacho.
En este libro, muchas cosas terminan siendo muy diferentes de cómo inicialmente las habíamos entendido, por ejemplo: el personaje de Ignat y el del anciano son originalmente dos seres distintos y comparten un mismo tiempo y espacio; sin embargo, ambos hombres después parecen uno solo aunque el más viejo acaba convertido en un narrador muy posterior a la historia del más joven; empero, Ignat y el viejo podrían ser también una misma psiquis algo esquizofrénica y desdoblada en dos personalidades que permanentemente están dialogando entre sí.
IV
No obstante, pienso, esta ficción se esclarece no cuando intentamos hilvanar la alterada lógica de Ignar; se esclarece cuando nos entendemos cual simples testigos de cómo Ignar desde su subjetividad está decodificando y dándole significado a una realidad ya insoportable en bruto.
Este personaje tiene en sus narices a un mundo que quizás se le está hasta desmoronando y del que sólo vislumbramos algunos indicios: por una parte, un ambiente opresivo y hasta policiaco; por otra parte, revueltas sociales; por otra parte, personas que no inspiran confianza y que podrían estar asumiendo identidades falsas para vigilar y espiar…
Sí: el muchacho podría ser un paranoico bajo un régimen totalitario cuya atmósfera estaría muy enrarecida…
Sin embargo, si Ofelia se vale de sus fantasías infantiles, Ignar se vale de teorías conspirativas y conjeturas desvariadas: para diluir la densidad de un entorno amenazante y no comprendido quizás cabalmente pero sí sentido muy intensamente; para convertir a un mundo convulsionado y asfixiante y hasta horroroso en uno solamente misterioso e intrigante que filtre a la realidad solamente en dosis aceptables…
En otras palabras, si la realidad nos resulta ya intolerable, siempre podremos aprehenderla mejor mediante alguna narrativa (sea ésta del género que sea): esto hace Ignar con sus especulaciones sobre supuestos o verdaderos espionajes y seguimientos policiales; esto hace Ofelia con sus fábulas entre infantiles y fantásticas…
Sin embargo, de una u otra forma, la realidad siempre se las ingenia para embestir a Ignar.
V
Y bajo está lógica, ¿qué sería la línea en medio del cielo?
El cielo representaría la afiebrada subjetividad del protagonista (quien parece vivir en las nubes); representaría no exactamente un mundo idealizado o bello sino un mundo más bien reelaborado y sesgado y matizado con claroscuros aunque aun así más atenuado en relación al mundo real (el cual no espanta sino únicamente angustia, porque precisamente está latente y nunca llega a irrumpir plenamente).
En dicho cielo, la línea sería esa fisura que no deja de ensancharse y por la que la realidad de todas formas siempre está filtrándose a cuentagotas y causando por eso permanente ansiedad; realidad que el lector debe estar constantemente imaginándola y reconstruyéndola por muchas pistas dejadas en la ficción…
No obstante, esta novela vale más por lo que nos sugiere y no tanto por lo que nos dice; nos invita a los lectores a escribirla sea complementándola o sea acabándola…
¿Habré interpretado correctamente el título de esta novela? Ya eso lo dirá el autor, Francisco Ángeles…
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Bibliografía
Ángeles, Francisco. La línea en medio del cielo. Lima: Revuelta Editores, 2008. 88 páginas.
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En aquella historia, Carmen (Ariadna Gil) viaja a ese lugar para encontrarse con su nuevo esposo, Vidal (Sergi López), un oficial sanguinario y franquista y destacado allí para acabar con los últimos remanentes republicanos aún existentes en los montes de esa región. A Carmen la acompaña su hija, Ofelia (Ivana Baquero), una niña con gran imaginación y sensibilidad.
II
Al ser todavía muy joven, Ofelia si no comprende sí siente con mucha nitidez toda la crueldad en ese nuevo ambiente. A ella esa crueldad le resultaría intolerable, de procesarla en toda su crudeza, pero debe procesarla de alguna forma…
Por tanto, desde mi particular interpretación, a lo largo de toda la cinta, se nos muestra un universo fabuloso por el cual nuestra pequeña protagonista se las ingenia: para decodificar una realidad eventualmente ya insoportable en toda su desnudez; para representarla mediante personajes fantásticos o hasta monstruosos pero al menos mucho más digeribles y manejables por un niño…
Pero ojo: Ofelia no es una alienada; sólo potencia al máximo recursos utilizados por cualquier menor para protegerse de un mundo hostil que desequilibraría emocionalmente a cualquiera no preparado.
III
En la novela La línea en medio del cielo, existe un protagonista llamado Ignat, quien me recuerda mucho a Ofelia…
Ignat vive en una ciudad no identificada y casi atemporal, aunque no carente de conflictos fácilmente asociados con los de una ciudad como Lima; conflictos percibidos como ecos lejanos dentro del mundo interior de aquel muchacho.
En este libro, muchas cosas terminan siendo muy diferentes de cómo inicialmente las habíamos entendido, por ejemplo: el personaje de Ignat y el del anciano son originalmente dos seres distintos y comparten un mismo tiempo y espacio; sin embargo, ambos hombres después parecen uno solo aunque el más viejo acaba convertido en un narrador muy posterior a la historia del más joven; empero, Ignat y el viejo podrían ser también una misma psiquis algo esquizofrénica y desdoblada en dos personalidades que permanentemente están dialogando entre sí.
IV
No obstante, pienso, esta ficción se esclarece no cuando intentamos hilvanar la alterada lógica de Ignar; se esclarece cuando nos entendemos cual simples testigos de cómo Ignar desde su subjetividad está decodificando y dándole significado a una realidad ya insoportable en bruto.
Este personaje tiene en sus narices a un mundo que quizás se le está hasta desmoronando y del que sólo vislumbramos algunos indicios: por una parte, un ambiente opresivo y hasta policiaco; por otra parte, revueltas sociales; por otra parte, personas que no inspiran confianza y que podrían estar asumiendo identidades falsas para vigilar y espiar…
Sí: el muchacho podría ser un paranoico bajo un régimen totalitario cuya atmósfera estaría muy enrarecida…
Sin embargo, si Ofelia se vale de sus fantasías infantiles, Ignar se vale de teorías conspirativas y conjeturas desvariadas: para diluir la densidad de un entorno amenazante y no comprendido quizás cabalmente pero sí sentido muy intensamente; para convertir a un mundo convulsionado y asfixiante y hasta horroroso en uno solamente misterioso e intrigante que filtre a la realidad solamente en dosis aceptables…
En otras palabras, si la realidad nos resulta ya intolerable, siempre podremos aprehenderla mejor mediante alguna narrativa (sea ésta del género que sea): esto hace Ignar con sus especulaciones sobre supuestos o verdaderos espionajes y seguimientos policiales; esto hace Ofelia con sus fábulas entre infantiles y fantásticas…
Sin embargo, de una u otra forma, la realidad siempre se las ingenia para embestir a Ignar.
V
Y bajo está lógica, ¿qué sería la línea en medio del cielo?
El cielo representaría la afiebrada subjetividad del protagonista (quien parece vivir en las nubes); representaría no exactamente un mundo idealizado o bello sino un mundo más bien reelaborado y sesgado y matizado con claroscuros aunque aun así más atenuado en relación al mundo real (el cual no espanta sino únicamente angustia, porque precisamente está latente y nunca llega a irrumpir plenamente).
En dicho cielo, la línea sería esa fisura que no deja de ensancharse y por la que la realidad de todas formas siempre está filtrándose a cuentagotas y causando por eso permanente ansiedad; realidad que el lector debe estar constantemente imaginándola y reconstruyéndola por muchas pistas dejadas en la ficción…
No obstante, esta novela vale más por lo que nos sugiere y no tanto por lo que nos dice; nos invita a los lectores a escribirla sea complementándola o sea acabándola…
¿Habré interpretado correctamente el título de esta novela? Ya eso lo dirá el autor, Francisco Ángeles…
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Bibliografía
Ángeles, Francisco. La línea en medio del cielo. Lima: Revuelta Editores, 2008. 88 páginas.
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Publicado en Carta Náutica
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