jueves, 12 de febrero de 2009

Armando Chang sobre EL CIELO DE CAPRI

Me enfrenté a la novela de Marco García Falcón con un aliciente y un prejuicio. El primero era el relato de cuentos ‘Paris Personal’, la opera prima del narrador. El segundo fue una queja prematura: ¡Otra novela sobre escritores! Estoy feliz por no haber hecho caso a mis signos de exclamación, ya que considero ‘El Cielo de Capri’ (Revuelta, 2007) la novela del año. Explico por qué.
García Falcón ha encontrado un tono (léase estilo, estética) personal, lo que es un mérito. Lo es porque sólo a través de esta consecución es posible recrear un mundo interior, el imaginado por el escriba, que ostente la fuerza vital de la creación original, y no sucumba ni ante el frío esquematismo de la técnica, ni ante los lugares comunes propios de una imaginación que, por no contar con los recursos expresivos necesarios para plasmarse, termina apareciendo al lector como desangelada o desabrida.
‘El Cielo de Capri’ es el relato de una epifanía. La reflexión literaria y el amor sirven de contrapunto para desarrollar una historia constantemente asediada por la grisura de una clase media periférica, cuya única redención posible pasa por los destellos de un cielo literario que, si se quiere, funciona como una puerta abierta a todas las emociones, sensaciones y experiencias que impide la mediocridad limeña.
Esta nouvelle posee muchas virtudes: técnica narrativa, brevedad, personajes bien perfilados y un trabajo del lenguaje sumamente cuidado, que es en realidad la plataforma que permite al resto de elementos convergir. Esta escritura funciona muy bien en formatos cortos. No sé si García Falcón decida escribir alguna vez una novela, pues sería un verdadero reto mantener un estilo tan prolijo en una extensión mayor sin perder fluidez.
Un defecto: lo menos logrado me pareció un personaje secundario, el padre militar de la novia. Su participación se me hizo fallida porque me pareció que el relato lo necesitaba para avanzar, como que era necesario un escollo para que la trama progrese. En su descargo diré que carezco de distancia crítica para emitir un veredicto objetivo porque toda figura castrense me queda siempre cerca a la caricatura (¿ese no sería un estupendo desafío para un escritor pretencioso, hacer literatura sobre un militar humanista?). En todo caso, es un reparo tangencial, de segundo orden, que en absoluto impide la lectura de esta estupenda nouvelle.
La cita:
“Compruebo que la memoria del pensamiento empalidece ante aquella otra que, por estar inoculada en nuestra propia sangre, circulando silenciosamente por nuestras venas, la sostiene y trasciende: la memoria de las emociones puras”

Si te gustó ‘El Cielo de Capri’ podrías leer:‘Nuevos Poemas Italianos’ de Renato Cisneros (AUB).
Publicado en Esta Luz

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