En la edición 512 de la Revista Cosas
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Si hay una forma de librarse de la
cotidiana ordinariez del mundo, esa es leyendo a César Moro. Su imaginería
superrealista, su sofisticada pero a la vez prístina simbología, su lenguaje
afiebrado por su afán erótico, su sintaxis disruptiva, la exuberancia de vuelo
metafórico, su sofisticada sensorialidad carnal, la bella musicalidad de su
español, todas son razones suficiente para arrojarse a la lectura de uno de los
poetas peruanos cruciales del siglo XX.
La excusa para hacerlo, esta vez, es la
reedición de “La tortuga ecuestre” por parte de Revuelta Editores, volumen que
cuenta con seis poemas (dos hasta ahora inéditos) que, inicialmente, no estaban
destinados a ser publicados. Las notas, someras pero precisas, van a cargo de
André Coyné, responsable de la primera edición de esta obra maestra que, a
pesar de haberse escrito entre 1938 y 1939, no vería la luz hasta 1957.
La escritura automática y el flujo de
imágenes producto de la pasión amorosa llevan la poesía de Moro a un lugar de
privilegio. Si la poesía era un refugio en el cual el poeta se libraba de su
marginalidad (social y sexual), el refugio, gracias a las posibilidades de un
lenguaje encendido, estalla y se vuelve espacio de liberación absoluta. Como
bien ha dicho Ricardo Silva-Santisteban, “el caos aparente de estos poemas es
su orden”.
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