sábado, 23 de febrero de 2013

Jerónimo Pimentel sobre 'La tortuga ecuestre' (Revista Cosas)

 


En la edición 512 de la Revista Cosas

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Si hay una forma de librarse de la cotidiana ordinariez del mundo, esa es leyendo a César Moro. Su imaginería superrealista, su sofisticada pero a la vez prístina simbología, su lenguaje afiebrado por su afán erótico, su sintaxis disruptiva, la exuberancia de vuelo metafórico, su sofisticada sensorialidad carnal, la bella musicalidad de su español, todas son razones suficiente para arrojarse a la lectura de uno de los poetas peruanos cruciales del siglo XX.

La excusa para hacerlo, esta vez, es la reedición de “La tortuga ecuestre” por parte de Revuelta Editores, volumen que cuenta con seis poemas (dos hasta ahora inéditos) que, inicialmente, no estaban destinados a ser publicados. Las notas, someras pero precisas, van a cargo de André Coyné, responsable de la primera edición de esta obra maestra que, a pesar de haberse escrito entre 1938 y 1939, no vería la luz hasta 1957.

La escritura automática y el flujo de imágenes producto de la pasión amorosa llevan la poesía de Moro a un lugar de privilegio. Si la poesía era un refugio en el cual el poeta se libraba de su marginalidad (social y sexual), el refugio, gracias a las posibilidades de un lenguaje encendido, estalla y se vuelve espacio de liberación absoluta. Como bien ha dicho Ricardo Silva-Santisteban, “el caos aparente de estos poemas es su orden”.

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